Existen cuatro cosas que son ficticias y que sólo sirven para el control de la vida del hombre. El calendario, las fronteras, la economía, y el reloj. A esto ahora se le suma que debemos estar al día con la tecnología so pena de no poder volver a mercar.
No vemos la hora de que termine el 2020 y empiece el 2021 como si eso en realidad significara una línea divisoria y que las cosas cambien o se calmen. No es así. El universo tiene cerca de 13.770 millones de años, la tierra 4,543 millones años y el hombre apareció hace apenas unos dos millones de años y somos como somos hace unos 25 mil años y desde entonces sólo nuestro entorno ha cambiado, nosotros seguimos siendo los mismos cavernícolas, con estructuras de comportamiento tribal y con las mismas necesidades de acaparar y consumir, sólo ha cambiado la forma. Así que el hecho de pasar, en nuestro calendario juliano de un año a otro, en realidad no significa nada, pero establece un momento de revaluación para ver qué cosas sucedieron en un periodo. Y por cierto, la tierra y su naturaleza tienen 13 ciclos lunares y no doce meses, estos sólo están en el papel.
Cerramos nuestras fronteras por la pandemia. Es el ejercicio de la soberanía sobre nuestro territorio para proteger a nuestra nación. Pero esto es sólo otro cuento. Las fronteras son los límites del Estado y se supone que existen porque los recursos necesarios para la vida son escasos y es función del Estado administrarlos para procurar el bienestar de la nación. La gente es la nación. No es así. Es un Estado sumido en la corrupción. Desde el principio de la era de la humanidad los intereses particulares se han inmiscuido por entre las grietas del bienestar común. Simplemente revise las leyes que rigen a un país y pregunte cuántas de esas leyes favorecen realmente a la población o a la naturaleza y se dará cuenta que son escasas. La mayoría responden a intereses de grupos de poder y regularmente lo legal está muy lejos de lo correcto por lo que es muy corriente que sea la comunidad la que pierda con las leyes. Un ejemplo de eso son los derechos como la educación y la salud. Cuando se paga por ellos no son un derecho, son un producto que se compra y cuando no es para todos, no es un derecho, es una adjudicación.
La teoría del poder implica que una casta poderosa administra a la población para que sean obreros de la producción como si de hormigas cortadoras se tratase. Esto implica lucha por el poder. Implica un muy bajo nivel de educación y los trabajadores son recluidos en “campos de concentración empresarial”: verdaderos batallones en los Contac Center, las empresas de confecciones, las obras de construcción y los recolectores de café. Si revisa, estos representan más del 50 por ciento de los empleos formales del país. Todos los imperios y feudos se han construido sobre las espaldas de esclavos y siervos, hoy día empleados. Por lo menos a los esclavos antes se les mantenía pero eran costosos, es más barato decirles que son libres y que se les paga por una labor en un horario (el reloj) lo suficiente para que no se mueran y que el resto, el costo de la vida, es su problema. De ahí el salario mínimo. A esto se le llama “economía”.
Bueno, ahora sí, fuera de chiste. La pandemia 2020 profundizó las brechas políticas, económicas, sociales, tecnológicas, legales y puso de manifiesto las afectaciones al medio ambiente. Brechas que implican modelos de pensamiento radicalmente diferentes y que nos encierran en burbujas que limitan la visión y desconoce la existencia de los demás actores de la realidad.
La burbuja de la política en nuestro modelo democrático implicaría que la población tendría voto sobre la elección de sus líderes. No es así. Aunque existe un voto de opinión las estructuras están diseñadas para que la participación se desestimule, sea compleja y costosa de tal manera que la posibilidad real de decidir mediante el voto sea un sofisma de distracción y sean siempre los mismos quienes gobiernan. Por supuesto. Esto facilita la corrupción. Somos los número uno del mundo. Afortunadamente pienso que con el apoyo de las nuevas tecnologías, dígase Blockchain e IA, esto se puede combatir con eficacia. Si los dejan.
Las marchas y las protestas son muy valiosas pero no han cambiado nada y no cambiarán nada mientras el ciudadano piense que es aburrido o que es de “mala educación” hablar o intervenir en política. No obstante, si en 2020 estas marchas y protestas se vieron afectadas por la pandemia, para el 2021 tomarán fuerza y en el segundo semestre las veremos con más vehemencia.
Donald Trump redujo sustancialmente la presencia del poder americano y produjo una importante pérdida de respeto hacia ese país. En un principio Jhon Baiden enfrentará una avalancha de problemas para corregir los males y aunque no logrará en el 2021 recomponer la economía, entrará en un proceso de reparación de la imagen institucional. No obstante, existen muchas probabilidades de que, entre el 2022 y 2023, asistamos a la posesión de la primera presidente mujer y negra de la historia de ese país.
La burbuja económica tiene correcciones muy drásticas. Quienes realmente se hayan preparado para la competitividad les será relativamente fácil pasar la línea, pero no es lo corriente. Por ejemplo, en nuestro país, con una población de 50 millones de habitantes, tenemos una población “económicamente activa” cercana a 30 millones de personas, de ellos, tres millones no participan de la economía y 15 millones pertenecen a la “economía informal” o lo que llamamos “emprendimiento al rebusque”, 3.8 millones están desempleados, lo que nos deja un poco más de 8 millones de personas empleadas que aportan al sistema de salud y pensión, y de estos, cerca de seis millones ganan el salario mínimo en nuestros campos de concentración empresarial. No es como si esta composición fuese a variar de la noche a la mañana, aunque durante 2021 se fortalecerán los Contac Center de Cobranzas.
La burbuja social tuvo una transformación interesante durante esta pandemia y es que afianzó el sentido de solidaridad. Una voz de esperanza para el ser humano. No obstante, también la brecha entre quienes tienen recursos y quienes no, se amplió y esto es la puerta abierta a las redes criminales, el narcotráfico y la delincuencia común. No habrá policía que valga e incluso las fuerzas de la ley se verán comprometidas. Todos necesitamos mercar porque todos necesitamos comer, la comida no es sólo para los ricos. Todavía así, las nuevas generaciones están demostrando que se puede vivir de otra manera y es esto lo que se verá en el 2021 y 2022, manifestaciones de un modo de ser humano más cercano al ideal del ser humano.
En la burbuja tecnológica, la transformación digital y la revolución 4.0 no son cosas nuevas. Vienen desde hace treinta años y como pasó con la apertura económica, Latinoamérica es muy lenta y cuando se requieren los cambios, regularmente los directivos y gerentes no están listos. Esto sucede por la falta de competitividad de nuestros líderes. No obstante y aunque no es suficiente, la pandemia obligó a dar un salto de aproximadamente cinco años en el atraso que teníamos los empresarios en cuanto a la tecnología, aunque lamentablemente no para todos. Las empresas de tecnología avanzan muy rápidamente y su lenguaje se transforma de manera superlativa. Entramos en una época del dominio tecnológico e implica nuevas maneras de desarrollar las compañías. Sin embargo, las tradicionales están colgadas no porque no puedan transformarse, es porque sus líderes no entienden el nuevo lenguaje empresarial y su cortedad de visión les lleve a apagar el incendio de hoy y no alcanzan a percibir la inundación de mañana. La información está pero la voluntad no, y es esto lo que los deja por fuera del mercado. Es más fácil protestar o salir a huelga que apelar a la inteligencia.
Blockchain, IoT, IA, RPA, Cloud Computing, Big Data, Power BI, ya no son palabras extrañas, pero de ahí a adaptar las empresas a este escenario, es otra brecha muy grande. Esto implica que nuestras PYMES y emprendimientos tradicionales que vieron momentos difíciles en el 2020 tendrán escenarios más difíciles en el 2021 y 2022.
Esa llamada “reinvención” en el que pasamos de hacer tamales a hacer empanadas o de hacer pijamas a hacer tapabocas, o en el que tenemos una tienda física y pasamos a tener una tienda virtual, es un simple auto engaño. Lo gracioso de esto es que profesiones como comunicación o mercadeo se convirtieron en “community managers”, como si eso fuese a solucionar la problemática y por el contrario la están ahondando. Si no se tienen “verdaderos” comunicadores y verdadera gente de mercadeo se perderá un alto nivel de competitividad. Es como contratar a un mecánico para hacer una cirugía de cerebro.
Sume el analfabetismo tecnológico a la desaparición de los estrategas de mercadeo y comunicaciones reemplazados por técnicos de marketing digital, lo que no es lo mismo aunque sea complementario, y tendremos un grueso de las empresas en verdaderos problemas. Es decir, si la pandemia hizo el 2020 muy difícil, el cambio de juego en el 2021 y 2022 hará que muchas otras empresas dejen de existir. Lo que sí es que habrá mucho empleo para quienes estén formados en temas digitales.
En 2021 y 2022 se transformarán las cadenas de suministro y los sistemas comerciales. Quienes tengan los recursos y la visión, incluirán los RPA, la IA y el Blockchain en sus procesos empresariales. Iniciará una fuerte reevaluación y cambio de la educación y se empezará a reconocer el aprendizaje autónomo. Las Fintech se fortalecerán y un número interesante de empleos se quedarán en el trabajo remoto aunque no será en el volumen que se quisiera pues no todos los gerentes y los de recurso humano son tan competentes como quisiéramos.
Con el cambio generacional una nueva esperanza surge en la burbuja ecológica. Poco a poco, el discurso de la sostenibilidad que inició desde hace más de 50 años hoy empieza a tener quien lo escuche y serán los jóvenes de hoy quienes tomen las decisiones de mañana. Durante 2021 y 2022 escucharemos más sobre ambiente y sostenibilidad.
Esencialmente soy un “optimista tecnológico”. El mercadeo me apasiona. Hay cerca de 200 nuevos cruces (software, soluciones y aplicaciones) entre tecnología y mercadeo y aunque están más del lado de la tecnología que la del mercadeo, han creado un lenguaje complementario, exigente y que implica que la manera de dirigir las organizaciones requieran directivos con competencias digitales y apertura mental hacia la tecnología. Esto de por sí generará un cambio pues las comunidades tienden a parecerse a la cultura corporativa de sus fuentes de ingresos y esperemos que sea para mejor.
Aunque lo que llamamos nueva realidad no sea de verdad tan nueva y lo que encontramos es la profundización de las brechas y algunas correcciones y desatraso tecnológico, y a pesar de que el 2021 y el 2022 serán más exigentes y un mayor punto de quiebre, estoy de acuerdo con quienes dicen: “de esta salimos”, no todos, pero salimos.